TEMAS DEL ARTE
Atmósferas emocionales y resonancias matéricas en la telaraña
Emotional atmospheres and matterical resonances in
the spider web
Nebraska Flores Espín
Artista Visual e Investigadora
E-mail: nebraskaflores@outlook.com
Fecha de recepción: 17/01/2025
Fecha de aceptación: 17/06/2025
Fecha de publicación: 01/07/2025
DOI: 10.26807/cav.v10i19.621
Flores Espín, N. (2025). Atmósferas emocionales y resonancias matéricas en la telaraña. Index, Revista de Arte Contemporáneo, 10(19), 100-109. https://revistaindex.net/index.php/cav/article/view/621
Resumen
El ensayo explora el concepto de “atmósferas emocionales”, como una manera de habitar el espacio y el tiempo, a través de experiencias sensoriales fenomenológicas. Aborda cómo el arte y las ecologías de la naturaleza, pueden motivarnos a percibir aquello que usualmente se escapa de nuestra vista. Un ejemplo clave, es el trabajo de las arañas, y cómo, desde su espacio, pueden permitirnos conectar con lo matérico, lo sonoro, y lo experiencial. Para ello, se analiza un trabajo del Artista Argentino Tomás Saraceno, Cómo atrapar el universo en una telaraña (2018). Donde nos permite escuchar composiciones de sus amigas tejedoras, por medio de los universos cooperativos atrapados en la red, que parecen invisibles, pero que podemos adentrarnos, mediante un sentir sensible y experiencial. Además, la reflexión se vincula, en entender la telaraña, como una “materia inteligente”, que contiene su propia tecnología y que ha perdurado a lo largo del tiempo. Desde esta perspectiva, se propone imaginar futuros próximos, tomando como referencia, los hábitats, que nos pueden ofrecernos soluciones ecológicas y sostenibles, para escuchar al mundo.
Palabras clave: atmósferas emocionales, telaraña, hábitat, materia, arte, naturaleza, araña, nido, percepción
Abstract
The essay explores the concept of “emotional atmospheres” as a way of inhabiting space and time through phenomenological sensory experiences. It addresses how art and the ecologies of nature can motivate us to perceive that which usually escapes our sight. A key example is the work of spiders, and how, from their space, they can allow us to connect with the material, the sound, and the experiential. To do so, a work by the Argentine artist Tomás Saraceno, Cómo atrapar el universo en una telaraña (2018), is analyzed. Where he allows us to listen to compositions by his weaving friends, through the cooperative universes trapped in the web, which seem invisible, but which we can enter through a sensitive and experiential feeling. In addition, the reflection is linked to understanding the spider web as “intelligent matter” that contains its own technology and has endured over time. From this perspective, it is proposed to imagine near futures, taking as a reference, habitats, which can offer us ecological and sustainable solutions, to listen to the world..
Palabras clave: emotional atmospheres, spider web, habitat, matter, art, nature, spider, nest, perception.
Biografía del autor
Nebraska Flores (Quito, Ecuador, 1999). Artista visual ecuatoriana. Su trayectoria contempla proyectos desde un desarrollo no figurativo, explora la universalidad de las emociones, donde trata de traducirlas mediante poesía, pintura, dibujo, fotografía y escultura. El eje en su trabajo es indagar sobre lo invisible ante nuestra mirada, pero que aquello, puede ser una apertura para poder observar desde el sentir. Pretende capturar la vulnerabilidad de las formas, lo abstracto y con ello, comprender cómo estamos metafóricamente conectados por las emociones mediante la creación de paisajes imaginarios. Ha trabajado en proyectos de investigación y creación artística junto a docentes, alumnos de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Centro Cultural Metropolitano y con artistas como Pamela Cevallos en el proyecto de investigación PUCE – convocatoria Mycelium (2023). Ha colaborado y curado proyectos artísticos dentro de la PUCE y Centro Cultural PUCE.
Atmósferas emocionales: una poética de habitar el espacio matérico
Habitar, es una conducta que viene de todos los seres vivos y sus ecosistemas. Habitar también implica adentrarse en un espacio, en un tiempo o una atmósfera. Si hablamos de habitar el espacio, hablamos también de adentrarnos en el tiempo que estamos viviendo. Y si buscamos nuestro tiempo, aunque sea una manera abstracta de determinarlo, nos gustaría empezar a narrar, por cómo el tiempo nos ha llevado a cuestionarnos la temporalización de nuestro entorno hacia la naturaleza y hacia nuestros comportamientos éticos y participativos sobre lo que consideramos: “casa”, “nido”, “hogar”.
En este ensayo, nos hemos planteado preguntas sobre ¿Cómo encontrar nuestra manera de habitar desde el espacio, desde un sentir fenomenológico, que nos conlleve a buscar la poética de lo imaginario y de la naturaleza? Con el fin de visualizar y capturar nuestra mirada oscurecida-invisible, que se halla fuera de nuestro campo de visión y percepción. Como una manera de adentrarnos a los seres, materias y nuestra reconsideración en cómo habitamos y cohabitamos este planeta.
Como un pequeño paso, hacia aquella invisibilidad, que, de modo metafórico, nos adentre a nuevas estrategias de poder habitar desde dimensiones afectivas, experienciales, contemplativas para mirar y escuchar aquellos ecosistemas ocultos, algo oscuros, pero que nos abierto a nuevos horizontes atmosféricos y entornos. A los cuales, podemos acudir, con un grado de afecto, pero, además, con un grado de esperanza al mundo y sus problemáticas que enfrentan. Graciela Speranza, en su texto: Lo que no vemos, lo que el arte ve, (2022). Nos narra que existen dos amenazas que afectan al mundo actual, una de ellas son las complicaciones ambientales y la otra, en cómo el mundo se encuentra administrado digitalmente. En su texto, reflexiona sobre cómo el arte, tiene la capacidad de responder a estos fenómenos, pero a su vez, pueden dar forma material a las metáforas, para hacer visible esa invisibilidad oculta, que habita en el mundo contemporáneo. El arte, en sus reflexiones, “no es un mero espejo o reflejo, sino que crea lo que vemos” (Speranza, p. 19). Un concepto clave, para dar inicio, a cómo el rumbo artístico, puede implicar una actividad importante para mantener nuestra mirada fija y formar constelaciones que enfrenten urgencias. Desde sus reflexiones, hemos encontrado motivación a nuestra investigación, porque se vincula con intereses personales y colectivos, pero, sobre todo. En como el medio artístico, puede generar propuestas que dialoguen, con lo que no vemos y lo que no se escapa de vista, con lo que no solemos escuchar, con lo que solemos ensordecer. En este marco, aprender a contemplar el mundo que habitamos, es una manera de conocer nuestro lugar en el planeta, porque nos hace conscientes de la dimensionalidad que ocupan las otras vidas, sus ecosistemas, su vitalidad, su materia, su hogar, su espacio y su rumbo.
Desde este sentido, nos gustaría indagar en referentes: artísticos, filosóficos y teóricos, que han surgido en la investigación y que nos han motivado a la exploración y creación de Atmósferas emocionales.1 Como un medio, que nos posibilita la visión de un mundo subjetivo que habita en todos nosotros y que se halla en ambientes o espacios cotidianos y naturales. Y establece un acercamiento, que puede causar experiencias perceptivas, de quienes las habiten y como la habiten. El papel del arte y los ecosistemas vivos y no vivos, en este caso de estudio. Se convierten en un lenguaje que nos motiva a acercarnos con aquello “observado” y los “nuevos materialismos”, que surjan en la exploración de las atmósferas emocionales. Como hilos conductores, que nos brinden información, para ampliar sin límites una sociedad más colaborativa y participativa, en torno al espacio, su empatía, activando nuestra experiencia y emociones. Quizá, estos primeros acercamientos, sean pequeños pasos, para imaginar futuros posibles, en torno a nuestro lugar en el mundo. Para que, en la actualidad y en futuros próximos, busquemos nuevas maneras de comprender, en cómo aquel “hábitat” se encuentra afectado y que nos confronta con la necesidad de cuestionar cómo interactuamos con nuestro entorno y, por tanto, aprender a escucharlo, es una manera de performance multisensorial, que nos enseña nuestro pequeño lugar en el cosmos.
Para hablar de ecología, muchas de las veces la primera imagen que llega a nuestra mente es la de “un entorno natural”. En la actualidad, hablar de naturaleza resulta difícil. Porque hay que cuestionar lo que se considera como “natural”. Pero qué tal, si dentro de una ecología que cohabita con materias y tecnologías, también puedan tener lado oscuro. Como un ecosistema que suena en planos más profundos interconectados con otras formas de vida y no vida. Timothy Morton, (1968), filósofo inglés habla sobre un pensamiento ecológico, (2018) como una interconectividad hacia una malla que nos une, que nos configura y autoorganiza, con otros seres, ambientes, formas y, por tanto, la ecología y su manera de trabajar con los espacios atmosféricos emocionales y multisensoriales. Giran en torno a una inmensidad de tiempo, que no solemos percibir, pero que están en constante evolución configurando el mundo que habitamos.
Dentro de este contexto, hay artistas que han trabajado con mundos multisensoriales atmosféricos, perceptivos desde la escucha, la paciencia y el habitar. Pero hay uno, en específico que entiende al espacio como una integración poética visual y sonora, que convive con ecosistemas ocultos, que suelen ser desapercibidos.
Para esta reflexión sobre el espacio atmosférico y su construcción entretejida materialidades orgánicas y la arquitectura de las otras formas de vida. Colocaremos como ejemplo, la obra Como atrapar el universo en una telaraña, (2018), del artista ítalo-argentino Tomás Saraceno (1973). Presentada por primera vez en el Museo de Arte Moderno, Buenos Aires-Argentina, (2018).
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Figura 1 y 2. Como atrapar el universo en una telaraña, (2018). Tomás Saraceno. Vistas de instalación. Fotografía de Andrea Rossetti
Nota. Materiales: Ecosistema vivo, telaraña, arañas parawixia bistriata, sonido, cajas de cristal, luz. Espacio: Museo de Arte Moderno, Buenos Aires-Argentina, 2018.
Un trabajo que explora nuevas formas de interactuar con las atmósferas emocionales, desde la hibridación de materialidades, vidas y ensamblaje entre procesos naturales y arañas. Este proyecto se caracteriza por elaborar nidos, desde la espontaneidad de las arañas y su capacidad tejedora. Se percibe, como conviven y trabajan las criaturas arácnidas. Como si se tratase de aprender a convivir entre diferentes organismos y ecologías. La materia en este sentido se autoorganiza con los sistemas y ambientes colonizados por una red, que nos puede dar señales inocentes de cómo se generó la vida. Nos revela mundos imaginarios, paisajes sonoros invisibles, como una mezcla de hábitat que se adapta entre ecosistemas, materia y espacio.
La investigación de Tomás Saraceno dialoga profundamente con las formas de vida y los procesos que dan origen a la existencia, estableciendo conexiones dinámicas entre ecosistemas y las redes humanas y no humanas. A través, de instalaciones a gran escala, fotografía y escultura. Saraceno, genera atmósferas emocionales, que invitan a imaginar posibilidades favorables, dentro de una era de profunda convulsión ecológica. En su obra, se percibe una necesidad urgente de volver a sintonizar con otras especies y con formas más dinámicas de explorar proyectos colaborativos. Algunos de sus proyectos involucran comunidades locales, científicos, músicos, arquitectos y arácnidos, para establecer propuestas que abarcan un espacio poético colaborativo. Un trabajo en colectivo, proponiendo nuevas formas de coexistencia, para habitar de la mejor manera, un planeta compartido.
Las arañas, como tejedoras de universos, nos acercan a contemplar y escuchar sus pisadas mientras recorren su nido, como un instrumento que se percibe el ruido con paciencia, mientras las arañas caminan y recorren su mundo entretejido en sustancias materiales y espaciales. Estos encuentros, entusiasmaron a Tomás Saraceno, dentro de su trabajo con los arácnidos y los hilos de seda creados por las arañas tejedoras. Dentro de su investigación, nos propone escuchar La Orquesta arcano-cósmica, (figuras 3 y 4), (2017). Una orquesta musical, compuesta por sus compañeras arañas, un concierto vivo y latente, elaborado por acordes de seda suspendidos en cajas de cristal, que revelan, la comunicación espacial-sonora, que tienen las arañas, mediante el ruido, que genera su cuerpo cada vez que caminan por su telaraña. Estos encuentros sonoro-multisensoriales y espaciales, fueron registrados en la aplicación Arachnomancy2, que se puede escuchar esta composición musical, ingresando desde la página oficial del artista.
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Figura 3 y 4. Aplicación Arachnomancy/ Rai Radio3. Fotografía de Studio Tomás Saraceno
Ha sido interesante analizar el trabajo de las arañas y cómo estas pueden habitar desde diversos espacios articulados, por vivencias experienciales que transforman, no solo en como percibimos la arquitectura animal y su convivencia con los espacios, junto con otras especies, mediante vínculos habitables entre dimensiones experienciales y perceptivas. Si no también, nos invitan a ser parte de una experiencia modular, hacia un territorio poético-sonoro, que contribuye en la contemplación de un mundo más onírico, matérico y cósmico.
Interacciones matéricas y sonoras
La tejedura de las arañas, tienen características sorprendentes que se pueden considerar como nuevas tecnologías, porque son capaces de soportar diferentes pesos. Que, al mismo tiempo sirven para la caza y dan refugio a las arañas. Generalmente, no podemos percibir a simple vista la capacidad que tiene la seda de araña, por su flexibilidad y delicadeza. No solemos considerar que sea una tecnología pura o “resistente”, porque tenemos otra visión sobre lo que “perdura”.
Las arañas y sus intervenciones, puede que nos estén hablando de nuevos materialismos, como lo hemos analizado en las reflexiones de Jane Bennett. Que sirven como inspiración para el desarrollo de las tecnologías humanas y como ejemplos de aquellos materialismos, que no dejan huellas de impacto. Invitándonos a ser más dinámicos y reflexivos sobre la arquitectura de los no humanos.
Laura Tripaldi, (2023). Analiza cómo la tejeduría, que usualmente se la asocia con una práctica femenina, ha sido subestimada. En la actualidad, aún se le llega a cuestionar, por el mismo hecho de que no se la considera como una tecnología primordial, por ser elaborada primordialmente por mujeres. Tripaldi en su capítulo: La Mayoría Ausente, (p.21). Nos invita a una reconsideración de las tecnologías que han dado desarrollo a nuestra relación con el mundo y al mismo tiempo, con el material inteligente y tecnológico, dejando de lado los prejuicios. Donde la tejeduría ha causado un enorme impacto desde el inicio de nuestro tiempo, y al mismo tiempo al desarrollo de la humanidad.
Por lo tanto, el progreso tecnológico, se lo debe a aquellas tecnologías primarias. Como el tejido, que al ser un material natural, orgánico y accesible. Tiene la capacidad de transcurrir en varias partes del mundo. Por lo tanto, se halla presente en todas las vidas, como ejemplo en las vidas de las arañas. Menciona Tripaldi: “En general, cuando observamos un tejido, no vemos allí un objeto tecnológico, porque su flexibilidad y blandura no encajan en torno a materiales rígidos, duros y capaces de sobrevivir durante decenas de miles de años” (Tripaldi. 2023, p.23).
Esta postura, cuestiona en cómo observamos a las materialidades y su capacidad tecnológica. El tejido de los arácnidos tiene características muy valiosas en cuanto a conservación y adaptabilidad, porque pueden perdurar en el tiempo, se pueden volver a reconstruir y adaptarse a diferentes ecosistemas y lugares. Sus reflexiones, son posibilidades para que empecemos a trabajar con tecnologías y materialismos que no causan daños colaterales, y que están compuestas por diferentes elementos, en base a la colaboración e hilar caminos, que te motivan adentrarte con el material.
Lo cual es interesante analizar, cómo la arquitectura animal, se puede adaptar a múltiples espacios que han sobrevivido más tiempo que nosotros en la tierra. Al mismo tiempo, a lo largo de la evolución de las arañas, su telaraña es un instrumento musical cultural, que no solo se adapta un espacio. Si no también, sobrevive dentro del tiempo, nos han enseñado propiedades significativas, de los hábitats insospechados que solemos desaparecer, como objetos o materia inerte, sin la capacidad de revolear mundos significativos. Sin embargo, Sarraceno, propone que podamos acercarnos a mundos contemplativos macro y micro, donde la materia se transforma y es dinámica, inteligente, musical, táctil, corpórea, espacial y habitable. Esta manera de poder habitar una atmósfera emocional, tanto material y ecológica sonora. Nos ha permitido entender que pertenecemos a una red de conexión, que nos motiva a cambiar nuestra percepción sobre las otras vidas y su manera de cooperar con el universo y hábitat. También es un primer acercamiento, para hacernos más conscientes del trabajo universos cooperativos habitables de las otras formas de vida. Ecosistemas que nos permiten explorar, cómo el arte, ciencia, biología y tecnología, pueden articularse para establecer diálogos más cercanos a futuros próximos habitables y, sobre todo, resonantes, sonoros, inmersivos, desde la escucha y el silencio.
Reflexiones finales:
El caso de estudio de Tomás Saraceno nos ha permitido explorar múltiples perspectivas sobre cómo habitar una atmósfera, un espacio, un tiempo o un lugar desde la escucha y la conexión con los universos resonantes que construyen las arañas. Mundos que, aunque pueden parecer invisibles, poseen una relación fundamental con la existencia de la vida. Estas sinergias nos invitan a reflexionar sobre cómo observamos los ecosistemas y sobre cómo percibimos y definimos la naturaleza en el contexto actual, llevándonos incluso a cuestionar si el término “naturaleza” sigue siendo adecuado para describir nuestra realidad.
Es fascinante cómo otras formas de vida, desde su forma de habitar y construir el espacio, pueden inspirarnos a explorar hábitats compartidos. Este acercamiento nos permite indagar en las interacciones con ambientes que, aunque suelen pasar desapercibidos, como las telarañas, pueden ser resignificados y recontextualizados. En este proceso, nos volvemos “arañas” más conscientes de nuestra propia invisibilidad en un mundo en constante cambio, lleno de transformaciones y potencialidades. Este aprendizaje nos motiva a navegar, a movernos y a descubrir fragmentos de lo que conocemos o creemos conocer, rechazando la necesidad de controlarlo todo y abriendo paso a un lenguaje interespecie de conexión y colaboración.
La investigación busca situarnos en una atmósfera emocional que facilite la cohabitación tomando como ejemplo otras formas de vida. A través de la percepción, la experiencia y lo sensorial, se pretende conocer los espacios que habitamos y las redes de conexión que compartimos con otras vidas, materias y sustancias. Como menciona Tomás Saraceno (2020): “El objetivo es poner a disposición de los colaboradores un archivo tridimensional de telarañas, para compartir conocimientos y aprender más sobre las ecologías de telarañas entrelazadas”.
De cara al futuro, se proyecta trabajar con expertos de diversas disciplinas que puedan enriquecer este enfoque y guiar la construcción de un hábitat o atmósfera emocional. Entre las líneas de acción se visualiza la exploración de nuevos entornos y ecosistemas como referentes conceptuales y artísticos, permitiendo una narrativa más rica y colaborativa. Esta integración busca responder a interrogantes actuales, cuestionar nuestra relación con los territorios, sus culturas y ecosistemas, y generar soluciones a problemáticas desde el campo del arte.
Para ello, se espera organizar encuentros interdisciplinarios con investigadores, científicos, arquitectos, artistas y otros interesados. Este espacio colaborativo se concibe como un laboratorio donde las relaciones entre sustancias, materias y hábitats permitan experiencias inmersivas y sensoriales. Este enfoque fenomenológico, matérico-emocional y perceptivo abre la posibilidad de construir imaginarios que transformen nuestra comprensión del mundo y fomenten formas más conscientes de habitarlo.
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Otro concepto sobre atmósfera es de: Tonino Griffero (1928), en su libro Quasi-things: The paradigm of atmospheres, 2014. Se basa en las ideas de Schmitz, pero a su vez, vincula los espacios construidos como: la arquitectura, haciendo visible que aquellos lugares nos afectan emocionalmente.
2 Aplicación Arachnomancy: es una plataforma creada en el 2019, por el Estudio Tomás Saraceno. Donde se recopila los sonidos o composiciones simposiéticos musicales, multisensoriales, de las otras formas de vida no humanas. Actualmente dispone de una versión gratuita en AppStore.